Los rankings nacionales e internacionales de universidades, y en general de cualquier cosa, suelen no estar exentos de polémicas, especialmente cuando uno de sus principales usos se relacionan con la imagen corporativa y el marketing de las instituciones involucradas en los mismos, y mayor aún si de sus resultados depende el acceso a mayores recursos económicos.
De esta manera, en ocasiones la aplicación de estos procesos tienen efectos negativos, especialmente cuando se distorsionan o se hace un mal uso de los mismos, como ha sucedido en el Reino Unido de acuerdo a lo que informa The Guardian, donde 8 universidades han ejercido una presión indebida sobre sus estudiantes para que al responder una encuesta nacional estudiantil para medir la satisfacción de la experiencia estudiantil, no dejen al desnudo ciertas problemáticas internas, debido a que en base a los resultados de esta encuesta se estructuran los rankings nacionales de universidades, respecto de su reputación frente a estudiantes y trabajadores.
De acuerdo con el citado periódico inglés, tanto las asociaciones de estudiantes como los políticos coinciden en realizar una revisión completa de este sistema de evaluación, ante la ausencia de garantías de imparcialidad y objetividad de sus resultados, a pesar de que la mayoría las universidades involucradas al ser consultadas por la HEFCE, organismo responsable de la evaluación, señalaron que las acusaciones eran infundadas.
Anteriormente, nos hemos referido en el blog al tema de los rankings y las universidades, e incluso ayer también el diario El País publicaba un artículo acerca de los resultados de una investigación que elabora un ranking de la productividad científica de las universidades españolas, lo que demuestra el impacto mediático de los rankings de las instituciones de educación superior.
Sin embargo, más allá de los rankings más o menos objetivos, del marketing que se pueda realizar de sus resultados, o del cuidado de la imagen corporativa que algunas universidades desarrollan con enorme afán, en muchas ocasiones resulta infructuoso intentar "tapar el sol con un dedo" frente a las innumerables deficiencias y problemáticas que se suscitan al interior de las universidades en la actualidad, que en ocasiones obedecen a la carencia de recursos suficientes para desarrollar un mejor trabajo, pero que en muchos casos obedece a los abusos o incapacidad de quienes son los responsables de gestionar a las universidades, que muchas veces ven en los rankings y la imagen corporativa a su espada de damocles.
2 comentarios:
Y no sólo de los gestores. En mi opinión muchas veces el mal está en los, digamos, trabajadores que tienen tan asumido un modo de operar desmoivado y sin presión que hacen imposible cualquier intento de cambio a mejor por parte de los gestores.
La universidad tiene un problema más dificil de solucionar que la competencia o no de sus gestores. Se trata de un modus operandi muy viciado.
En algunos casos claro, pero ya se sabe que una manzana podrida estrope todo el cesto.
Lamentablemente así es, existe una cultura organizacional aceptada por todos los actores que integran la universidad.
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