Los efectos del reciente terremoto en Chile han trasladado el foco de atención hacia el proceso de reconstrucción, tanto de las cuantiosas pérdidas materiales en infraestructura pública, como respecto de las más de 500 mil viviendas de miles de personas que han resultado damnificadas por esta catástrofe.
En ese contexto, la discusión se centra por estos días en una eventual alza de impuestos, que como informa El Mercurio solo afectaría a las grandes empresas, quedando exentas de esta reforma tributaria las PYMES y las personas naturales, algo que sinceramente celebro porque normalmente cuando se trata de subir impuestos, el primero en la lista siempre es el Impuesto al Valor Agregado (IVA), con las sabidas consecuencias que esto normalmente trae, reflejado especialmente en inflación, desempleo y varios etcéteras.
Evidentemente, este es un tema que se encuentra actualmente en discusión a nivel de gobierno, parlamentarios y especialistas en la materia, que plantean argumentos a favor y en contra de este tipo de medidas, pero que en términos generales tienen como trasfondo un tema recurrente en nuestro país en los últimos años: la desigualdad en la distribución de los ingresos.
Quizá el terremoto, como doloroso botón de muestra, nos enseña que quienes sufrieron las mayores pérdidas materiales fueron los más pobres, aquellos que contaban con una vivienda menos ostentosa en términos de pago de contribuciones por ejemplo, que aquellos más afortunados que contaron en ese momento con una vivienda sólida y mejor preparada para este tipo de catástrofes, algo que evidentemente es discutible si miramos los problemas que muchas personas están teniendo en la actualidad con las constructoras, por los graves daños que han sufrido sus departamentos nuevos.
Retomando el artículo de El Mercurio, una de las observaciones que hacen los especialistas consultados por el diario hacen mención a la necesidad de mejorar el sistema de donaciones en complemento con esta reforma tributaria, algo que me provoca un par de reflexiones a lo menos.
Primero, verlo como una oportunidad para fortalecer las prácticas de responsabilidad social de las empresas, especialmente en estos momentos en que tantos chilenos han sufrido un verdadero calvario a causa del terremoto, y que necesitan masivamente del apoyo de todos los actores sociales, incluidas las empresas, mediante acciones filantrópicas desinteresadas que busquen apoyar a quienes lo necesitan en estos momentos, pero haciéndolo de manera voluntaria, desinteresada y sin que tenga que existir un beneficio tributario de por medio que permita rebajar impuestos por las donaciones realizadas y que mercantilice el sistema de donaciones.
Una segunda reflexión, a propósito de esto último, me hace verlo como una amenaza que transforme la discusión del alza de impuestos en el habitual juego de intereses y lobby que tan bien conocemos, y que finalmente la reforma tributaria se concentre únicamente en subir el IVA, que afecta fundamentalmente a las personas naturales y PYMES, y en modificar el actual sistema de donaciones aumentando los incentivos tributarios para que las grandes empresas sigan donando tres chauchas y a cambio rebajen una gran cantidad de impuestos, se tomen un par de fotos con los ancianos o dueñas de casa a las que les financian alguna obra social y se autoimpongan el cartel de socialmente responsables.
2 comentarios:
El tema de las donaciones es bastante complicado para las empresas.
Los administradores no tienen porque ser los dueños de las empresas y si lo son, en muchos casos, sólo son en parte pues son los máximos accionistas.
Esto quiere decir que hya muchísimos particulares accionistas que son dueños de una pequeña parte.
Simplificando mucho las cosas, cuando una empresa hace una donación, es como si un individuo le encarga a otro que le administre su dinero, y el primero invierte parte en una cosa, parte en otra, y otra pequeña parte la regala.
No creo que absolutamente nadie viese esta operación con buenos ojos si se tratase de su dinero.
Reconociendo que llevas total razón en lo que dices, la pregunta es inevitable: ¿por qué hacen donaciones entonces? ¿Cuál es el propósito que persiguen las empresas al hacerlo o que las motiva?
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