Hoy por la mañana mientras realizada una entrevista para mi tesis doctoral al Presidente de la ONG "Entre Pueblos", a quien agradezco enormemente su buena disposición, escuchando a mi entrevistado comentarme los principales aspectos de la misión de su organización relacionada con la cooperación al desarrollo, inevitablemente me surgieron gratos recuerdos de mi época de alumno del Instituto Universitario de Cooperación al Desarrollo de la Complutense en el curso de Experto en Gestión de ONGs, donde estos temas son analizados desde hace varios años.
Pero más importantes que mis recuerdos, son las reflexiones que esta conversación me provocaron acerca del rol que las universidades tienen en materia de cooperación al desarrollo, vinculadas además con algunas ideas planteadas recientemente por Allan Goodman Presidente del Institute of International Education, en una entrevista que publica El País el domingo recién pasado, donde reconoce que algunas universidades abrirán campus en el extranjero en diferentes países, señalando además que el mayor reto de las universidades en la actualidad es absorver a los estudiantes de países en vías de desarrollo.
Respecto de la cooperación universitaria al desarrollo, Jesús Sebastián (2000) señalaba que es posible analizarla desde 2 dimensiones: por una parte, se puede considerar a las universidades como objetivo de la cooperación, donde el beneficio es mutuo y las actividades de cooperación están relacionadas con actores y actividades del ámbito universitario. La segunda dimensión, ubica a las universidades como Agentes de Cooperación, donde las instituciones de educación superior ejecutan proyectos de cooperación para el desarrollo cuyos beneficiarios finales no son las universidades, aun cuando indirectamente pueda obtener retornos expresados en recursos económicos, proyección social, imagen corporativa, etc.
Basándonos en estas perspectivas, resulta importante distinguir entre las estrategias y acciones que las universidades emprenden en materia internacional para reforzar su desarrollo y posicionamiento en el extranjero con un claro beneficio económico, respecto de aquellas acciones orientadas integramente al beneficio de personas, lugares y países con niveles de pobreza y subdesarrollo evidentes, donde la universidad plasma mediante sus actividades un claro compromiso con la superación de estas problemáticas como su principal objetivo, normalmente mediante el desarrollo de proyectos de cooperación en las más diversas temáticas, no necesariamente en la formación universitaria que en países más pobres muchas veces suele ser una quimera.
De esta manera, vale la pena reflexionar sobre las proyecciones planteadas por Goodman acerca de las instituciones de educación superior en un marco de responsabilidad social universitaria, especialmente en cuanto a la estrategia de apertura de campus en diferentes países del mundo por parte de prestigiosas universidades, que imitando a las multinacionales intentan expandir los territorios en donde ofrecer sus servicios, intentando aumentar rápidamente el número de estudiantes en los países en los que se instalan.
Esta situación podría traducirse en una complicación para los sistemas universitarios de países en vías de desarrollo, en la medida que estas universidades internacionales apliquen a su política de apertura de campus en el extranjero un enfoque competitivo por la captación de alumnos, en lugar de intentar contribuir al fortalecimiento de las universidades locales compartiendo conocimientos, técnicas y recursos en un plano de cooperación al desarrollo y en una clara demostración de su responsabilidad social.
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