Sin lugar a dudas que las universidades y la educación superior en general, han pasado en las últimas cuatro décadas de ser un ámbito relativamente elitista, reservado sólo para algunos pocos afortunados, a transformarse en una educación de masas, con un carácter de servicio público y considerada como un pilar fundamental de la sociedad postmoderna basada en el conocimiento.
Sin embargo, en los últimos años la temática del financiamiento de las universidades se ha transformado en un dolor de cabeza para muchos gobiernos, y ya hemos comentado anteriormente en este blog los problemas que las universidades están teniendo en el Reino Unido y España en esta materia.
Uno de los aspectos relacionados con el financiamiento de las universidades es la aplicación de aranceles o tasas que estas instituciones cobran a sus estudiantes para acceder a sus servicios, y que en algunas partes del mundo suelen ser bastantes onerosas.
A partir de esta situación, aparecen en escena las becas y ayudas universitarias para paliar en alguna forma los costos que implica estudiar una carrera universitaria, con la esperanza de tener un mejor futuro laboral, tema este sin duda que merece un post exclusivo.
Las becas y ayudas, normalmente entregadas por el Estado, se enfrentan habitualmente con la necesidad de conciliar dos grandes criterios para su asignación: excelencia académica y nivel socioeconómico. Por la primera, entendemos el rendimiento académico que el estudiante ha tenido a lo largo de su historia estudiantil, tanto en la educación secundaria, la que le hace merecedor de una beca para ingresar a la universidad, así como los aspectos relacionados con el desempeño en las respectivas pruebas de ingreso o selectividad que las universidades aplican para dedicir, quienes tienen el derecho de obtener una vacante o plaza para ingresar a la universidad. Además, la excelencia académica normalmente es extendida, en el caso de las becas, al rendimiento obtenido en la universidad como criterio para mantener dicho beneficio.
Por otra parte, es habitual considerar como otro de los criterios para seleccionar a los beneficiarios de una beca el nivel socioeconómico del postulante y su grupo familiar, lo que normalmente se traduce en que los estudiantes de más bajos recursos se transforman en un grupo prioritario, en desmedro de los postulantes de clase media y evidentemente dejando fuera de esta posibilidad a quienes tienen mayores ingresos y por ende una mejor situación económica.
El dilema surge cuando los sistemas de becas deben enfrentarse a situaciones específicas en donde uno de estos dos criterios debe imponerse al otro, discriminando si es más importante privilegiar la excelencia por sobre el nivel socioeconómico del beneficiario, o a la inversa. ¿Merece una beca aquel postulante a la universidad de excelencia académica pero que posee un nivel socioeconómico medio o alto?, o ¿Deben recibir una beca los postulantes de un nivel socioeconómico bajo con un nivel de rendimiento académico menor que aquel estudiante de excelencia pero de estrato económico alto?.
El supuesto que normalmente se aplica a estas situaciones es que el estudiante de excelencia que pertenece a los estratos socioeconómicos medio o alto posee los recursos para pagar sus estudios universitarios.
En algunos países, estos dilemas comienzan a solucionarse a través de la banca, y aquellos estudiantes que no obtienen becas, reciben una multitudinaria cantidad de ofertas de las instituciones bancarias, para finaciar sus estudios universitarios y comenzar a pagar una vez terminados sus estudios universitarios.
De esta manera, estos temas adquirirán una creciente relevancia en el corto plazo, debido a la tendencia mundial que se observa en cuanto a la disminución de los aportes públicos al financiamiento de los estudios universitarios, el aumento del valor de los aranceles y tasas cobradas por las universidades para financiarse, y la creciente insatisfacción de los titulados universitarios y sus familias con el nivel de empleabilidad que actualmente existe y por cuyo título universitario han tenido que desembolsar una importante cantidad de dinero.
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