Durante los años que llevo investigando la temática de la responsabilidad social universitaria, me he encontrado con varios profesores universitarios y profesionales ligados al ámbito académico que alzan la voz para señalar que no es posible, o que al menos no se puede aplicar de la misma manera la responsabilidad social en las universidades como se hace en las empresas.
Los fundamentos de tales posturas son dudosos o a lo menos débiles en cuanto a los argumentos que se esgrimen para justificar dicha posición, y a modo de ejemplo, hace un par de semanas un par evaluador de un artículo que envié a una Revista para su publicación me señalaba en su dictamen: “no creo que la responsabilidad de las instituciones de educación superior puedan ni deban ser evaluadas y analizadas con criterios empresariales”, y no obstante su opinión aprobaba mi artículo para su publicación.
Surgen inmediatamente una serie de preguntas al respecto: ¿por qué no se puede analizar y evaluar la responsabilidad social de las empresas y universidades de la misma manera? ¿Es divergente la responsabilidad social de las universidades respecto de la de las empresas? ¿Cómo se debe analizar y evaluar la responsabilidad social de las universidades? A continuación, expongo algunos aspectos que considero importantes para responder a estas preguntas.
1. Identificación de las partes interesadas en el quehacer de la organización.
Partiendo de un entendimiento homogéneo de “quehacer de la organización” como la razón de ser o misión de cada institución, existirán una serie de personas o grupos que mantienen un interés o se ven afectados por las acciones y decisiones que una organización desarrolla en virtud de dicho quehacer, e incluso en ocasiones dichos actores tienen la capacidad o poder económico, político, legal o coercitivo de influir en las acciones y decisiones organizacionales.
Las empresas llevan casi un siglo aprendiendo respecto de su comportamiento socialmente responsable, en cuanto a que no pueden preocuparse solamente por los intereses de sus accionistas o dueños, las necesidades de sus clientes o las demandas de sus trabajadores únicamente, ¡hay un mundo allá afuera!, y lentamente han comenzado a entender que también importan los intereses de las entidades financieras, los sindicatos, los proveedores, distribuidores, el Estado, la prensa, el Medio Ambiente como algunos ejemplos de las partes interesadas en su quehacer.
Las Universidades, fundadas en la Edad Media, históricamente han sido influenciadas externamente por la Iglesia, la Monarquía, el Estado y actualmente el Mercado según sea la etapa de la historia, siempre con una misma constante: luchando por su autonomía, libertad académica y a la vez por su financiamiento. Sin embargo, las universidades estatales también tienen una serie de partes interesadas en su quehacer que van más allá del Estado, los profesores, funcionarios e incluso los estudiantes, donde es posible mencionar a los titulados, las empresas y ¡mire usted que curioso!, pero también están las entidades financieras, los sindicatos, los proveedores, distribuidores, la prensa, el Medio Ambiente, los partidos políticos, etc.
2. Tránsito de un modelo de gobierno corporativo accionarial hacia uno stakeholders.
Este es uno de los cambios fundamentales en el desarrollo de un comportamiento socialmente responsable de cualquier organización, sea esta una empresa, una universidad o una ONG: abrir los espacios necesarios para la participación e incorporación en el gobierno corporativo de las partes interesadas en las acciones y decisiones de la organización, que permita atender los intereses y necesidades de todas las partes de manera equilibrada.
En el caso de las empresas, la postura tradicional en este tema es reflejada por los planteamientos de Friedman (1970), en los cuales se señala que sólo importan los intereses de los accionistas para obtener la mayor cantidad de utilidades, dentro del marco legal y económico imperante; posición que debe modificarse hacia la incorporación de los intereses de otras partes, no sólo de manera decorativa sino que en el gobierno de la empresa.
Las universidades públicas o estatales pertenecen al Estado y como tal éste es dueño de las instituciones de educación superior que poseen este carácter, en la medida que el Estado no las traspase o venda a algún consorcio o grupo privado, por lo tanto bajo esa lógica las universidades deben rendir cuentas de su actuar al Estado, se encuentran regulados por códigos y leyes propias de los servicios públicos, reciben financiamiento público y muy habitualmente son ejecutores directos de las políticas públicas de educación superior. Pero como señalamos en el punto anterior, existen otros actores implicados en el quehacer de una universidad que deben incorporarse al gobierno corporativo de la misma, algo que por ejemplo en España se ha intentado solucionar con la creación de los Consejos Sociales en las Universidades, con relativo éxito en cuanto a lo que planteamos aquí.
Este es un cambio cultural no menor en las universidades, que habitualmente se escudan en la malentendida libertad académica y autonomía universitaria, para excusarse o impedir la consideración de opiniones o intereses ajenos al ámbito académico, e incluso en ocasiones la de sus propios pares.
3. Construcción conjunta entre organización y partes interesadas de una agenda de trabajo.
En dicha agenda deberán identificarse tanto los intereses, necesidades o formas en las cuales el quehacer de la organización afecta o interesa a los stakeholders, lo que deberá complementarse con la definición de compromisos y acciones concretas tendientes a posibilitar que el quehacer organizacional se correlacione positivamente con los intereses identificados.
Las empresas han aumentado profusamente en los últimos años la certificación mediante una serie de Normas de calidad de la gestión, el medio ambiente y la ética que expresan su compromiso con un actuar más responsable en dichos ámbitos, y han asumido en su funcionamiento los aspectos relativos a la rendición de cuentas dirigidas hacia la sociedad, a través de memorias de sustentabilidad elaboradas en base al triple bottom line que identifica las acciones e impactos económicos, sociales y medioambientales de su quehacer.
Las universidades han comenzado en los últimos años con importantes procesos de acreditación de la calidad tanto institucional como de sus programas, y muchas de ellas además poseen certificaciones ISO al igual que las empresas. Además, varias universidades actualmente elaboran y publican memorias de sustentabilidad.
Los fundamentos de tales posturas son dudosos o a lo menos débiles en cuanto a los argumentos que se esgrimen para justificar dicha posición, y a modo de ejemplo, hace un par de semanas un par evaluador de un artículo que envié a una Revista para su publicación me señalaba en su dictamen: “no creo que la responsabilidad de las instituciones de educación superior puedan ni deban ser evaluadas y analizadas con criterios empresariales”, y no obstante su opinión aprobaba mi artículo para su publicación.
Surgen inmediatamente una serie de preguntas al respecto: ¿por qué no se puede analizar y evaluar la responsabilidad social de las empresas y universidades de la misma manera? ¿Es divergente la responsabilidad social de las universidades respecto de la de las empresas? ¿Cómo se debe analizar y evaluar la responsabilidad social de las universidades? A continuación, expongo algunos aspectos que considero importantes para responder a estas preguntas.
1. Identificación de las partes interesadas en el quehacer de la organización.
Partiendo de un entendimiento homogéneo de “quehacer de la organización” como la razón de ser o misión de cada institución, existirán una serie de personas o grupos que mantienen un interés o se ven afectados por las acciones y decisiones que una organización desarrolla en virtud de dicho quehacer, e incluso en ocasiones dichos actores tienen la capacidad o poder económico, político, legal o coercitivo de influir en las acciones y decisiones organizacionales.
Las empresas llevan casi un siglo aprendiendo respecto de su comportamiento socialmente responsable, en cuanto a que no pueden preocuparse solamente por los intereses de sus accionistas o dueños, las necesidades de sus clientes o las demandas de sus trabajadores únicamente, ¡hay un mundo allá afuera!, y lentamente han comenzado a entender que también importan los intereses de las entidades financieras, los sindicatos, los proveedores, distribuidores, el Estado, la prensa, el Medio Ambiente como algunos ejemplos de las partes interesadas en su quehacer.
Las Universidades, fundadas en la Edad Media, históricamente han sido influenciadas externamente por la Iglesia, la Monarquía, el Estado y actualmente el Mercado según sea la etapa de la historia, siempre con una misma constante: luchando por su autonomía, libertad académica y a la vez por su financiamiento. Sin embargo, las universidades estatales también tienen una serie de partes interesadas en su quehacer que van más allá del Estado, los profesores, funcionarios e incluso los estudiantes, donde es posible mencionar a los titulados, las empresas y ¡mire usted que curioso!, pero también están las entidades financieras, los sindicatos, los proveedores, distribuidores, la prensa, el Medio Ambiente, los partidos políticos, etc.
2. Tránsito de un modelo de gobierno corporativo accionarial hacia uno stakeholders.
Este es uno de los cambios fundamentales en el desarrollo de un comportamiento socialmente responsable de cualquier organización, sea esta una empresa, una universidad o una ONG: abrir los espacios necesarios para la participación e incorporación en el gobierno corporativo de las partes interesadas en las acciones y decisiones de la organización, que permita atender los intereses y necesidades de todas las partes de manera equilibrada.
En el caso de las empresas, la postura tradicional en este tema es reflejada por los planteamientos de Friedman (1970), en los cuales se señala que sólo importan los intereses de los accionistas para obtener la mayor cantidad de utilidades, dentro del marco legal y económico imperante; posición que debe modificarse hacia la incorporación de los intereses de otras partes, no sólo de manera decorativa sino que en el gobierno de la empresa.
Las universidades públicas o estatales pertenecen al Estado y como tal éste es dueño de las instituciones de educación superior que poseen este carácter, en la medida que el Estado no las traspase o venda a algún consorcio o grupo privado, por lo tanto bajo esa lógica las universidades deben rendir cuentas de su actuar al Estado, se encuentran regulados por códigos y leyes propias de los servicios públicos, reciben financiamiento público y muy habitualmente son ejecutores directos de las políticas públicas de educación superior. Pero como señalamos en el punto anterior, existen otros actores implicados en el quehacer de una universidad que deben incorporarse al gobierno corporativo de la misma, algo que por ejemplo en España se ha intentado solucionar con la creación de los Consejos Sociales en las Universidades, con relativo éxito en cuanto a lo que planteamos aquí.
Este es un cambio cultural no menor en las universidades, que habitualmente se escudan en la malentendida libertad académica y autonomía universitaria, para excusarse o impedir la consideración de opiniones o intereses ajenos al ámbito académico, e incluso en ocasiones la de sus propios pares.
3. Construcción conjunta entre organización y partes interesadas de una agenda de trabajo.
En dicha agenda deberán identificarse tanto los intereses, necesidades o formas en las cuales el quehacer de la organización afecta o interesa a los stakeholders, lo que deberá complementarse con la definición de compromisos y acciones concretas tendientes a posibilitar que el quehacer organizacional se correlacione positivamente con los intereses identificados.
Las empresas han aumentado profusamente en los últimos años la certificación mediante una serie de Normas de calidad de la gestión, el medio ambiente y la ética que expresan su compromiso con un actuar más responsable en dichos ámbitos, y han asumido en su funcionamiento los aspectos relativos a la rendición de cuentas dirigidas hacia la sociedad, a través de memorias de sustentabilidad elaboradas en base al triple bottom line que identifica las acciones e impactos económicos, sociales y medioambientales de su quehacer.
Las universidades han comenzado en los últimos años con importantes procesos de acreditación de la calidad tanto institucional como de sus programas, y muchas de ellas además poseen certificaciones ISO al igual que las empresas. Además, varias universidades actualmente elaboran y publican memorias de sustentabilidad.
En conclusión, las diferencias en la forma de aplicar la responsabilidad social en una empresa y una universidad parecieran desaparecer, y por el contrario, debiera primar una alta convergencia que permita identificar y comparar los aspectos comunes de dicho comportamiento, sólo restando recordar que una gran autonomía y libertad exigen una enorme y tremenda responsabilidad respecto del uso de dicha autonomía y libertad, ya que afecta los intereses y necesidades de una gran cantidad de actores. Cuando las universidades comprendan y acepten dicha situación, se darán cuenta de que la aplicación de la responsabilidad social debe ser convergente con la de las otras organizaciones.
8 comentarios:
Cuando debatimos sobre las gestión de las entidades no lucrativas, yo traté de forma bastante incompetente a tenor de los resultados de transmitir al resto del grupo mi disconformidad con lo que el autor de "mi libro" exponía sobre la gestión de las ONL.
En resumen el tipo venía a decir que debíamos recoger todo lo bueo del profesionalismo y olvidarnos de lo malo (un genio). El moderador de la discusión muy respetuosamente me hizo ver que no le interesba mi opinón y que lo que decía el libro estaba bien...pero yo sigo en mis trece.
No es posible gestionar una ONL en este caso una Universidad de forma eficiente y eficaz sin hacer ciertas concesiones. Estas concesiones en mi opinón son más bien filosóficas porque el hecho es que la Universidad dista mucho del "deber ser" que se la supone. Sin embargo acudir al argumento de que la Universidad es una institución muy especial y complicada y que por ello no se debe tratar como una organización cualquiera es algo bastante común cuando a los "insiders" se les pregunta por el mal funcionamiento de la misma.
Para mi esto no es más que una excusa. Absolutamente todas las organizaciones con o sin lucro son muy particulares y tienen su propia personalidad.
Pero esto es un mal que se repite con distintos argumentos.
Cuantas veces hemos oido: A ver que hacemos el año que viene con Bologna, ¡¡¡si es que no estamos preparados!!!
Llevamos 3 años esperando a Bologna y que se ha hecho para prepararse: nada (y no me refiero a todos los componentes de la universidad, sino a aquellos que tanto gustan de estas excusas).
Por suerte hay otra (mucha??) gente trabajadora que ve los cambios analizando oportunidades, no posibles quejas.
Ah si recuerdo aquel día, nuestro maestro era un pelín reacio con opiniones contrarias a sus posturas, ejemplo del mal entendimiento de la libertad de cátedra.
Estoy de acuerdo contigo en casi todo, excepto quizá con eso de la universidad como ONL, en la gran mayoría de los casos lo son o lo intentan, pero ese asunto de poder cobrar tasas muy pronto se transformará en el camino de la perdición que las lleve al lucro, sino recuerda lo que nos pasó cuando preguntamos por el certificado de calificaciones del 1º año del doctorado.
En Chile, en promedio las Ues estatales se financian mediante el cobro de tasas en un 80% de su presupuesto y sólo reciben el 20% de su financiamiento desde el Estado, y me parece a mi que por lo que observo en España comienzan a vislumbrarse hechos que encaminan la situación de las universidades hacia el mismo escenario.
Eso en cuanto al financiamiento, en cuanto a la forma de gestionarse, ni hablar hoy en día todas las organizaciones se gestionan bajo los mismos parámetros que una empresa:calidad, eficiencia, productividad, rendición de cuentas, etc., pero la pregunta es ¿tiene eso algo de malo? Yo diría que no. Saludos.
Creo en la viavilidad del proyecto universitario que se base en la eficiencia. En eso ceo que estamos de acuerdo, lo que me preocupa más es en los parámetros de eficiencia que están permeando la evaluación o los sistemas evaluativos de este aspecto.
Creo en la necesidad de una gestión social de la universidad, basada en tres diménsiones de análisis concreto:
1)La gestión académica, que no es solo la trasmisióon de conocimientos sobre la materia en la que se forma el estudiante, sino también del conjunto de valores que acompaña el proyecto social o político en el que se pretende incertar ese estudiante.
2)La gestión científica: que debe tomar como directriz de actuación fundamental las principales necesidades sociales y económicas del país o zona geográfica hacia donde saldrá a trabajar el graduado.
3) La gestión laboral: con una adecuada inserción de los estudiantes en ambientes productivos o de servicios, desplegando y empleando las habilidades investigativas y académicas que se aportan desde los otros dos compnentes o variables de la formación.
actualmente los criterios evaluativos han girado sobre todo en la relación ingreso-egreso y en las habilidades-notas que obtienen los alumnos.
Muy pocas veces se basa en el impacto social de esa universidad en el desarrollo de la comunidad, región o país.
La responsabilidad social de la universidad debe ser sobre todo "SOCIAL" y no reducirse a lo académico o en última instancia a lo empresaria como creo se perfila.
Estamos en gran parte de acuerdo, fíjate que en mi propuesta de investigación acerca de la RSU propongo cinco aspectos en los cuales debiera reflejarse:
1. Garante de la Ed. Superior como un bien público.
2. Gobierno Universitario Pluralista
3. Desarrollo del Recurso Humano como un activo estratégico
4. Inserción laboral de sus egresados.
5. Cuidado de su entorno y preocupación por su vecindario.
En cuanto a tu preocupación por la reducción de la RSU a lo empresario, como lo planteo al comienzo de esta entrada creo que pasa más bien por la mitología que este concepto conlleva, ya que por lo menos en mi planteamiento no se orienta a transformar a las Ues estatales hacia el fin de lucro, eso queda para las Ues privadas, cuando habamos de gestión tipo empresarial me refiero por ejemplo a los procesos de decisiones basados en criterios más técnicos y no tan políticos como ocurre actualmente; al desarrollo de procesos de planificación estratégica más eficientes, a la utilización de los recursos económicos, humanos y tecnológicos de manera más productiva, pero siempre orientado a cumplir con la misión histórica que han tenido las universidades, no hacia el afán de lucro. Saludos.
¿Qué es política?
Hago esta pregunta porque casi siempre lo reducimos al discurso de los partidos políticos y eso es un reduccionismo que hace mucho daño. Termina por legitimar procesos sociales aparentemente despolitizados(que no lo son) o apolíticos (mucho menos creíble). Hay quienes hablan de que el hombre es un sujeto cultural, y estoy de acuerdo, pero creo que es más bien un sujeto político. Todo nuestro sistema de creencias, valores, actitudes o acciones está basado en una constante toma de partido que se estructiura en juicios políticos.
El establecimiento de analogías entre la empresa y la escuela es un tema bien desarrollado, llegando incluso a platearse toda una teoría (Teoría de la correspondencia de Boules y Gintis) sobre las similitudes y las correspondencias que se dan entre las partes del proceso docente y sus resultados con el marco de la empresa.
Creo que otra gran aberración es enmascarar bajo la división entre lo público y lo privado, el tipo de universidad que se necesita actualmente.
La universidad debe ser una en cuanto a su alcance y a lo que se pretende con los sujetos que educa. No se puede pretender desarrollar sujetos sociales para un mismo contexto con dos cánones de valores, habilidades profesionales, etc.
Creo que el dilema en lo relativo a la Responsabilidad Social Univeristaria se plantea así: Qué universidad tenemos y cuál necesitamos y en este último sentido creo que la Responsabilidad es definitorio.
Efectivamente ese es el problema: el reduccionismo con el que analizamos la propuestas, los textos, las palabras. Si digo empresa, lo reducen al fin de lucro, si digo política, lo reducen a los partidos políticos.
En el caso de mi investigación, el pertenecer o simpatizar con un determinado partido político no tiene mayor relevancia, de hecho los partidos políticos son un stakeholder más de las universidades estatales.
Cuando digo "no tan políticos" me refiero a una acepción MUCHÍSIMO más amplia que asociarlo con los partidos políticos simplemente, eso me parece un tanto sesgado, me refiero más bien a los grupos de poder que históricamente se han formado al interior de las universidades, fundamentalmente al alero de las diferentes ciencias que se cultivan en su interior y que normalmente se agrupan en Facultades o Departamentos, que habrán personas pertenecientes a partidos políticos, eso seguro.
Pero lo que sucede en muchas universidades es que estos grupos de poder imponen sus criterios o luchan por hacerlo y las decisiones que muchas veces se toman en función de dichos criterios son perjudiciales para la universidad y no se ajustan a lo que recomiendan los criterios técnicos. Pierre Bourdieu describe brillantemente este escenario en su libro "Homo Academicus" que te recomiendo leer para que veas que el sentido de político en las universidades va más allá del simple reduccionismo que tu me planteas, sentido político que además está inserto en las universidades desde su creación en la Edad Media.
En cuanto a lo público y privado de la universidad, nuevamente te equivocas porque la discusión actualmente se enmarca en los beneficios que le proporciona a la sociedad el que sus integrantes acudan a la universidad: si es un beneficio sólo disfrutado por el individuo hablamos de un bien privado y por lo tanto debe ser la propia persona la que se pague sus estudios universitarios, pero si el beneficio de un profesional titulado de la universidad retorna hacia la sociedad hablamos de un bien público, y por lo tanto vale la pena entonces para la sociedad entregar financiamiento para que las personas accedan a la universidad.
A ver que no he estado pretendiendo ser DIOS con capacidad de decir lo correcto y de señalar lo incorrecto.
Los reduccionismos que te planteo no son obra de mi parecer, son la visulización de lo que sucede en la Universidad y que creo hay que enfrentar como bien señalas.
Otra cosa con la que no estoy de acuerdo, pero no tiene por qué ser cierta, es en lo relativo a la dimensión de lo privado en las universidades. No creo que lo privado solo se refiere a si es en beneficio de un individuo, al menos yo lo veo desde este punto de vista. Bien conocidas son las universidades privadas asociadas a monopolios empresariales que actúan como principales beneficiarios, suplantando al individuo y expresándose lo privado en el grupo de poder.
La teoría del capital humano de amplio debate a mediados del siglo pasado planteaba esto mismo. Es decir a nivel micro todo individuo debe acogerse a las variadas formas educativas como vía para garantizarse el desarrollo profesional y como individuo; a nivel macro las sociedades si desean desarrollarse deben garantizar a sus ciudadanos una elevada formación pues solo así podrían devolver sus energías (formación) en pos del desarrollo social.
A la larga resultó una falacia, pese a los cada vez más altos niveles instructivos (codificados en titulaciones y años de formación) son otros los estándares que regulan el desarrollo social y el sujeto sigue atado a las estructuras de poder en estado de pura alienación.
Que dices hermano, celebro que no estemos de acuerdo en ciertos puntos de vista, de eso se trata la academia, por lo menos en la que yo creo, que aun cuando no estemos de acuerdo en alguna temática puntual no perdamos de vista el derecho que cada cual tienen de pensar libremente de acuerdo a sus conocimientos, convicciones o creencias.
Me parecen muy interesantes estos debates virtuales, son muy útiles para dimensionar el tenor de la defensa de mis planteamientos.
Además, tendré que demostrar el próximo año cuando haga mi tesis doctoral si mi hipótesis acerca de la RSU es válida.
En cuanto a lo que me planteas ahora, estamos 100% de acuerdo en lo de la Ues privadas, mi percepción es similar, pero cuando yo hago mis planteamientos lo hago pensando en el caso de las Ues estatales, especialmente las de Chile que creo son un caso atípico. Saludos.
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