sábado, 12 de junio de 2010

Esperando a Perelman.

No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, dice el refrán popular que nos permite introducir la historia de Grigori Perelman, un matemático ruso que ha dado que hablar en el mundo de la ciencia en los últimos años y también en la prensa en las últimas semanas, por su curiosa decisión de no asistir a la ceremonia de entrega de su premio de un millón de dólares obtenido por resolver la conjetura de Poincaré luego de ocho años de trabajo, un problema topológico sobre la esfera tridimensional.
De esta manera, Perelman había resuelto uno de los siete problemas matemáticos del milenio sin solución seleccionados por el Instituto Clay, para los cuáles existe un premio en dinero a entregar a los matemáticos que logren alcanzar una solución válida.
A pesar de que se pensaba que el premio despreciado por Perelman sería donado a una entidad de beneficencia, de acuerdo a lo que informa hoy El País el mencionado Instituto ha desmentido tal posibilidad y ha señalado que esperará "lo que haga falta" a Perelman para que retire su premio.
El historial del científico ruso en este aspecto no deja indiferente a nadie, ya que hace algunos años tampoco asistió a la ceremonia de entrega de la medalla Fields, algo así como el premio nobel para los matemáticos menores de cuarenta años, que también le fue concedida a Perelman por la solución de la conjetura de Poincaré en 2002 y que además le entrega 782 mil euros.
Pero el rechazo del premio no fue lo único que le dió notoriedad mediática, ya que también fue protagonista de algunos artículos de periódicos porque Perelman publicó los resultados de su trabajo en Internet y no mediante una publicación especializada más convencional, algo que tendría bastante sentido ya que su trabajo de demostración tiene 473 páginas.
De esta manera, la actitud de Grigori Perelman pone en entredicho uno de los postulados de la sociología de la ciencia desarrollados por Robert K. Merton, que identifica al reconocimiento honorífico de la comunidad científica como una de las normas institucionales de la ciencia, como un testimonio socialmente convalidado de que el investigador ha desarrollado su carrera como científico acorde con dichas normas, algo que Perelman se ha encargado de contradecir reiteradamente.
Sin lugar a dudas que la historia de este matemático es fascinante, no sólo por su brillantez como científico matemático, sino por una parte por su excentricidad, ya que entre otras cosas asegura poder probar matemáticamente la existencia de Dios, pero su extravagancia (si se puede calificar de esa manera su decisión de no retirar estos premios) especialmente en los actuales tiempos de crisis económica es digna de reconocimiento, y porque además es sabido que Perelman vive en las afueras de San Petersburgo con su madre de forma bastante humilde y sin mayores comodidades.
Pero por otra parte, resulta absolutamente destacable pensar que alguien tan inteligente y destacado en el mundo científico pudiera estar dando una lección de altruismo y desinterés por los aspectos económicos, actitud que probablemente es inimaginable para mucha gente por estos días, un genio o un loco..... el debate seguirá abierto.



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