Una de las manifestaciones más claramente reconocidas del quehacer de las universidades se encuentra asociada a la docencia universitaria, razón por la cual resulta muy relevante analizar enfoques que logren vincular los procesos de formación profesional con la responsabilidad social universitaria, que permitan a la universidad desarrollar su misión institucional de manera socialmente responsable.
De esta manera, diferentes autores (Gronski & Pigg, 2000; Hervani & Helms, 2004; Boyle, 2007; Martínez, 2008; Naval, 2008; Nieves, 2008; Newman, 2008) coinciden en destacar que los procesos de formación basados en modalidades de aprendizaje servicio favorecen directamente la preparación de los estudiantes, para que se inserten en la sociedad como ciudadanos responsables y a la vez contribuyan al desarrollo sustentable de la misma en una clara expresión de beneficio mutuo, más allá de la simple adquisición de competencias profesionales para su futura inserción laboral como principal resultado de su paso por las aulas universitarias.
Según Nieves (2008:29-38), el actual contexto del quehacer universitario debe enfrentarse con culturas institucionales que proponen desarrollar la misión de la universidad basándose en diferentes modelos:
1. Tradicional: el propósito principal es la producción y transmisión de una ciencia pura exenta de intereses, aséptica, neutral y un fin en sí misma, donde el conocimiento no se vincula con el mejoramiento de la calidad de vida de la humanidad. Además, la universidad se caracteriza por la híper especialización y donde los destinatarios primarios de la producción científica son los miembros de la propia comunidad académica.
2. Mercantilizado: la universidad debido a su necesidad de autofinanciarse, se orienta a satisfacer la demanda del mercado sobre los procesos de producción y difusión del conocimiento. La venta de servicios obliga a la universidad a relegar a un rol secundario a la docencia, en beneficio de la investigación y la extensión que articulan la producción del conocimiento con las demandas provenientes del mercado bajo una lógica económica, pero sin mayor relevancia social para los sectores con mayores necesidades.
3. Integrado: se busca equilibrar las misiones universitarias de docencia, investigación y extensión a través de un modelo institucional donde confluyen aprendizaje y compromiso social y simultáneamente la excelencia académica y la responsabilidad social universitaria, donde participan estudiantes y docentes mediante iniciativas sociales que funden las tres misiones de la universidad, que permite además que ésta se sienta integrada a la comunidad donde está instalada, donde se aprende, investiga, se asocia y se resuelven las problemáticas sociales.
En este contexto, la propuesta de aprendizaje servicio se transforma en una alternativa interesante para el desarrollo de competencias y valores relacionados con la responsabilidad social, siempre en un contexto académico tal y como señala Martínez (2008:21), quien reconoce el aporte de esta modalidad de formación universitaria, la cual no debe ser confundida con la prestación de servicios voluntarios, por lo que debe tener relevancia y reconocimiento académico dentro de la formación de los estudiantes, lo que debe traducirse tanto en aprendizajes para los estudiantes así como en el mejoramiento de la calidad de vida y la inclusión social de las personas que son beneficiarias, por lo que define al aprendizaje servicio como:
De esta manera, diferentes autores (Gronski & Pigg, 2000; Hervani & Helms, 2004; Boyle, 2007; Martínez, 2008; Naval, 2008; Nieves, 2008; Newman, 2008) coinciden en destacar que los procesos de formación basados en modalidades de aprendizaje servicio favorecen directamente la preparación de los estudiantes, para que se inserten en la sociedad como ciudadanos responsables y a la vez contribuyan al desarrollo sustentable de la misma en una clara expresión de beneficio mutuo, más allá de la simple adquisición de competencias profesionales para su futura inserción laboral como principal resultado de su paso por las aulas universitarias.
Según Nieves (2008:29-38), el actual contexto del quehacer universitario debe enfrentarse con culturas institucionales que proponen desarrollar la misión de la universidad basándose en diferentes modelos:
1. Tradicional: el propósito principal es la producción y transmisión de una ciencia pura exenta de intereses, aséptica, neutral y un fin en sí misma, donde el conocimiento no se vincula con el mejoramiento de la calidad de vida de la humanidad. Además, la universidad se caracteriza por la híper especialización y donde los destinatarios primarios de la producción científica son los miembros de la propia comunidad académica.
2. Mercantilizado: la universidad debido a su necesidad de autofinanciarse, se orienta a satisfacer la demanda del mercado sobre los procesos de producción y difusión del conocimiento. La venta de servicios obliga a la universidad a relegar a un rol secundario a la docencia, en beneficio de la investigación y la extensión que articulan la producción del conocimiento con las demandas provenientes del mercado bajo una lógica económica, pero sin mayor relevancia social para los sectores con mayores necesidades.
3. Integrado: se busca equilibrar las misiones universitarias de docencia, investigación y extensión a través de un modelo institucional donde confluyen aprendizaje y compromiso social y simultáneamente la excelencia académica y la responsabilidad social universitaria, donde participan estudiantes y docentes mediante iniciativas sociales que funden las tres misiones de la universidad, que permite además que ésta se sienta integrada a la comunidad donde está instalada, donde se aprende, investiga, se asocia y se resuelven las problemáticas sociales.
En este contexto, la propuesta de aprendizaje servicio se transforma en una alternativa interesante para el desarrollo de competencias y valores relacionados con la responsabilidad social, siempre en un contexto académico tal y como señala Martínez (2008:21), quien reconoce el aporte de esta modalidad de formación universitaria, la cual no debe ser confundida con la prestación de servicios voluntarios, por lo que debe tener relevancia y reconocimiento académico dentro de la formación de los estudiantes, lo que debe traducirse tanto en aprendizajes para los estudiantes así como en el mejoramiento de la calidad de vida y la inclusión social de las personas que son beneficiarias, por lo que define al aprendizaje servicio como:
“propuestas de trabajo cooperativo y/o colaborativo que, utilizando el lenguaje y los conocimientos de las disciplinas que conforman el plan docente de una titulación, desarrollan en el estudiante competencias orientadas a una mejor comprensión de la realidad social, económica, medioambiental, mediática, cultural y personal que afectan a los miembros de una comunidad, con voluntad de transformación social y contribuyendo a incrementar el bienestar de las personas y el nivel de inclusión social”.
De acuerdo con Nieves (2008) los procesos de aprendizaje servicio poseen tres rasgos fundamentales que los distinguen: (1) el protagonismo estudiantil en todas las fases del proceso; (2) desarrollo de actividades que permiten la transformación social y el co-protagonismo tanto de estudiantes como de las personas de la comunidad; y (3) vinculación intencionada de las prácticas de servicio solidario con los contenidos de aprendizaje y/o investigación incluidos en el currículum. De esta manera, nuevamente basándonos en Martínez (2008), es posible resumir en 4 los beneficios de la implementación de procesos de aprendizaje servicio en las universidades:
• Son una innovación docente que debe formar parte del modelo formativo de la Universidad porque permite a los estudiantes construir su aprendizaje en un contexto de necesidades reales del entorno, el cual intenta mejorar contribuyendo a la formación de ciudadanos más competentes.
• Facilitan el aprendizaje de competencias debido a que las propuestas de aprendizaje servicio combinan tanto los aprendizajes de contenidos como el entrenamiento necesario en contexto sociales reales.
• Permiten aprender a aprender y a emprender mediante nuevas reflexiones, sensibilidades y conocimientos que faciliten a los nuevos profesionales establecer relaciones y compromisos personales, cívicos, éticos, sociales u organizativos.
• Propician espacios para la formación en valores, de aprendizaje ético y de ciudadanía activa en ámbitos tales como los contenidos curriculares, relación entre estudiantes y profesores, formas de organización social de las tareas de aprendizaje, la cultura participativa e institucional y la implicación comunitaria del aprendizaje académico.
Así, podemos afirmar que los procesos de aprendizaje servicio se transforman en una muy buena instancia para fortalecer la implantación de la responsabilidad social en las universidades, especialmente desde la perspectiva del fortalecimiento de valores y capacidades ciudadanas y sensibilidad social en los miembros de la comunidad universitaria, así como de una mejor valoración e integración de los habitantes de la comunidad local respecto del quehacer universitario.
Sin embargo, una clave importante de estos procesos de aprendizaje servicio estará justamente en considerar a la comunidad local como un socio estratégico, y no solamente en un rol pasivo como beneficiario de los proyectos sociales desarrollados por la universidad, en donde se intente consensuar tanto los intereses académicos como las problemáticas sociales en el diseño de los proyectos de aprendizaje servicio, que permitan a la vez construir una comunidad de aprendizaje.
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