El financiamiento de las universidades es una de las temáticas que ha estado presente en los últimos meses en diferentes partes del mundo, especialmente a partir de los diferentes movimientos sociales que se han desarrollado a consecuencia de las crisis económica, y en donde los valores que las instituciones universitarias cobran a sus estudiantes ha estado permanentemente en la línea de fuego.
Hoy, en la prensa digital se hace referencia a dos casos especialmente paradigmáticos como el caso de los EE.UU. que el diario El País reseña en cuanto a los llamados de Barak Obama para que las universidades de aquel país rebajen los precios que cobran a los estudiantes, que según esta fuente alcanzan los 22.494 dólares (17.008 euros). Las quejas de los movimientos sociales norteamericanos se concentran especialmente respecto del creciente endeudamiento que adquieren los estudiantes universitarios norteamericanos, que ven como año a año los precios establecidos por las universidades exceden las ayudas otorgados por el Estado, y cuya diferencia debe ser financiada con recursos propios o préstamos bancarios a mediano y largo plazo.
Una situación similar es descrita por el diario La Tercera para el caso chileno, donde se señala que el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) han señalado como muy improbable el que se congelen los aranceles para el próximo curso académico, a pesar de que el movimiento estudiantil chileno a señalado esta situación como una de sus principales reivindicaciones.
Ambas situaciones, aunque corresponden a realidades nacionales absolutamente diferentes, reflejan la gran importancia social que tiene la fijación de los precios cobrados a los estudiantes, debido a que se transforma en un factor determinante en el nivel de endeudamiento que adquieren quiénes ingresan a la universidad, especialmente cuando los niveles de financiamiento y apoyo estatal son insuficientes.
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