Los últimos días en Europa han estado marcados en la prensa por las noticias acerca de los problemas de financiamiento a las universidades europeas, cuando por ejemplo la semana pasada reseñábamos en este blog los problemas de la Complutense para pagar las nóminas de sus empleados, a lo que se agregan otras medidas tomadas por la Rectoría de dicha universidad como el arriendo de alguno de sus inmuebles para reducir el déficit de 15 millones de euros.
En esa línea, de acuerdo con The Guardian los que se tendrán que apretar el cinturón no sólo serán las universidades británicas que sufrirán un recorte de 200 millones de libras, sino que de acuerdo con el mencionado periódico el Gobierno británico pretende además que los contribuyentes aporten menos de sus impuestos a las universidades, y sean los estudiantes los que paguen más por sus estudios universitarios para aliviar la carga tributaria de los británicos.
De esta forma, comienza a hacerse realidad una de las más temidas amenazas de los efectos de la crisis económica mundial, que entre otras cosas ha obligado a la mayoría de los Gobiernos europeos a la aplicación de fuertes recortes presupuestarios para reducir el déficit público, lo que incluye en el caso de los países británicos además del tijeretazo al presupuesto universitario la idea de que se suban las tasas que deben pagar los estudiantes por sus carreras universitarias.
En concreto, lo que se pretende es reducir el gasto en subvenciones para los estudiantes y transformarlas en préstamos que éstos deberán pagar posteriormente cuando terminen sus estudios universitarios y comiencen a trabajar, lo cual además permitirá al Gobierno Británico recaudar intereses por los préstamos concedidos a cada estudiante con tasas de interés acorde con la inflación.
Quizá lo que más llama la atención de todas estas medidas sea la pasividad con la que están reaccionando los sistemas universitarios afectados, donde no se observan grandes señales de movilizaciones o protestas que de alguna manera intenten alzar la voz para reclamar masivamente en contra de estas medidas, que afectan seriamente las posibilidades de desarrollo y crecimiento de los países y de sus habitantes.
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