sábado, 29 de mayo de 2010

La culpa de todo lo tienen los ranking universitarios: ¿el vaso medio lleno o medio vacío?

El diario El País publica hoy un artículo de la Rectora de la Universidad Autónoma de Barcelona Ana Ripoll Aracil, respecto de la importancia para las universidades españolas de preocuparse por los rankings internacionales de las universidades.
En el mencionado artículo, su autora además de "echarles un poco de tierra" a la importancia de los rankings internacionales, afirma que las universidades españolas no se encuentran bien posicionados en ellos, especialmente si se compara con las escuelas de negocios españolas que si figuran bien ubicadas en sus rankings.
Además destaca los aspectos positivos del sistema universitario español, que básicamente se resumen en: (1) creación de universidades por todo el territorio español, favoreciendo que los estudiantes estudien cerca de casa para hacer frente a un sistema de becas deficiente; y (2) democratizar la educación superior en España.
Sin embargo, la aludida Rectora deja un par de perlas en su artículo que merecen la pena comentar, expresadas en recetas para mejorar la competitividad internacional de las universidades españolas y por ende su ubicación en los rankings menospreciados anteriormente por ella misma: (1) concentrar el talento en la universidades con buena conexión con el entorno económico y social; y (2) otorgar financiación adecuada a las universidades que ya despuntan en España.
De esta manera, respecto de los rankings internacionales a los cuales apunta la aludida Rectora sólo puede comentar una cosa: "las mejores universidades siempre repiten en los diferentes rankings, del tipo que sean éstos y tomen en consideración las variables que sean siempre están las mismas", por algo será.
En cuanto a las propuestas que se realizan en este artículo para mejorar la competitividad del sistema universitario español, inmediatamente me viene a la mente algo que aprendí preparando mi Trabajo de Investigación Tutelado (TRIT), "el efecto Mateo" propuesto por el sociólogo Robert K. Merton, aplicado en el ámbito de la investigación científica basado en el discípulo de Jesucristo quien fuera recaudador y que manifestaba que “al rico se le dará y al pobre se le quitará aun más”, para describir mediante esta analogía lo relacionado con la acumulación de reconocimientos por las contribuciones científicas por parte de los investigadores de mayor reputación y trayectoria, pero aplicado ahora a las universidades más destacadas a las cuales segín Ripoll debieran tener prioridad de financiamiento para mejorar su competitividad internacional, en desmedro del resto.
De concretarse tales propuestas, probablemente una de las cuestiones que de inmediato se verían afectadas es justamente la democratización de la eduacación superior a la cual la propia Rectora alude, dado que existirán unas pocas universidades de primera, muy competitivas a las que sólo algunos podrán asistir, mientras que la inmensa mayoría tendrá que conformarse con lo que deja la ola.

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