lunes, 11 de octubre de 2010

Dime cuanto publicas y te diré quién eres.

Haciendo una adaptación del refrán popular "dime cuanto publicas y te diré quién eres" puede ser una conclusión general del artículo que publica hoy El País sobre los resultados del ranking internacional de universidades SIR, y que plantea como principal reflexión que si bien las universidades españolas publican en un volumen o cantidad importante, 10º lugar a nivel mundial en cuanto a la producción científica, pero que sin embargo la calidad de esas mismas publicaciones es menos relevante dado que dicha producción sólo ocupa el 21º puesto a la hora de hablar del impacto en cuanto a las citas que reciben dichos trabajos publicados.
En términos generales, las universidades en todo el mundo han encontrado en los rankings internacionales una valiosa herramienta de validación, marketing y catalizador de su calidad frente al resto de las instituciones de educación superior a nivel mundial, con el propósito de establecer una clasificación de las universidades según la calidad de su quehacer académico, existiendo numerosos rankings en la actualidad tales como el de Shanghai o The Times que proporcionan diferentes clasificaciones a nivel mundial y por áreas del conocimiento científico.
Volviendo al tema de las publicaciones, resulta evidente que esa es una de las tareas importantes de un profesor universitario y que se transforma en el fruto de las investigaciones que cada catadrático realiza durante el año y que le permiten enviar artículos a Revistas, ponencias o comunicaciones a Congresos o publicar libros.
De esta manera, este tipo de rankings va colocando "al desnudo" aquellas universidades o áreas del conocimiento científico que son más productivas a la hora de analizar su quehacer, a pesar de que es habitual encontrarse múltiples debates que plantean posturas contrarias a los rankings de las universidades dado a que según su percepción existen aspectos del quehacer universitario que no son susceptibles de cuantificar .
En mi modesta opinión, usando un esquema propuesto hace muchos años por Ortega y Gasset en su libro Misión de la Universidad, estas instituciones tienen dos grandes propósitos: (1) la enseñanza de las profesiones intelectuales; y (2) la investigación científica y la preparación de futuros investigadores.
A partir de esos planteamientos, a mi juicio surgen como indicadores centrales del quehacer universitario dos grandes aspectos: (1) la empleabilidad de su egresados, que entre otros indicadores no solo demostrará la calidad de la formación y la docencia de cada universidad, sino que su capacidad de generar redes para que sus egresados se inserten en el mundo laboral; y (2) la capacidad de crear y transmitir conocimiento a la sociedad, donde nuevamente serán indicadores de ese quehacer las ya mencionadas publicaciones arbitradas en base a la cual se sustentan muchos de los rankings internacionales antes señalados, pero además debiera observarse la capacidad de transferir ese conocimiento a la industria, los Gobiernos y la sociedad local.
Por lo tanto, una universidad de calidad es aquella que logra que sus egresados se inserten en el mundo laboral dentro de plazos de tiempo breves, y produce y comunica nuevo conocimiento a la sociedad, lo que dicen los rankings solo recogen en forma parcial este último aspecto.

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